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Eduardo Álvarez de Toledo y Zúñiga
Eduardo Álvarez de Toledo
Duque de Alba
RazaVampiro
SireDiego de Anaya
ClanVentrue
AfiliaciónCamarilla
DominioToda la ciudad


Perteneciente a una de las familias de la nobleza española que más ha influido en el país desde hace siglos, lleva su condición de señor en la sangre, tanto por vía mortal como vampírica. Chiquillo de Diego de Anaya, señor de Iberia y Príncipe de Toledo durante finales de la Edad Media y principios de la Edad Moderna hasta su muerte en 1883, es uno de los Ventrue más importantes de toda la Península

Alabado por algunos, temido por muchos y tolerado por unos pocos, regula la actividad de los Vástagos de la ciudad desde la sede del Principado, situada en el Castillo de San Servando, contando con la Primogenitura como asamblea consultiva para tomar las decisiones más importantes.


Se trata de uno de los estrategas más importantes de la Yihad de toda Europa Occidental, habiendo coordinado acciones decisivas como las desarrolladas a principios del siglo XVIII contra el Sabbat. Tras su desaparición durante unos años en la segunda mitad del siglo, y la práctica desatención de sus dominios que provocó un importante retroceso en su carrera política entre los Vástagos de la Península, reaparece en España en 1788, unos años después de la misteriosa desaparición de su sire, consiguiendo recuperar en poco tiempo sus principales fuentes de ingresos y volviendo a la escena política con un puesto en la Primogenitura de Toledo bajo el reinado del entonces Príncipe, Tomás de Velasco.

Algunos años después, durante la gran invasión Toreador que acompañó a la ocupación del país por tropas napoleónicas, y que culminó con la autoproclamación de Émile des Fréres como Príncipe de la ciudad, Eduardo sufrió un duro revés en muchos de sus campos de influencia, de tal manera que se trasladó de ciudad por su propia seguridad, apoyando la causa de las Juntas Independentistas con fervor, logrando finalmente la expulsión de los franceses del país y la recuperación de sus dominios y su puesto en la Primogenitura, volviendo Tomás al Principado. Siguió una época de estabilidad en el país, y su influencia en la Primogenitura se hizo poco a poco más grande, llegando a ser designado Senescal. Todo parecía indicar que algún día tomaría las riendas de la ciudad, pero la revolución de 1868 cambió las tornas de la política, de manera que Eduardo decidió desaparecer.

Volvería a la Primogenitura a finales del siglo XIX, con la aparición del sistema de turnismo en el gobierno mortal, y retomó definitivamente su poder con la aparición de la dictadura de Primo de Rivera, asesinado por un grupo anarquista en 1930. El posterior golpe del Sabbat de 1931 comenzó a restarle poder a pasos agigantados con las reformas legislativas del Parlamento, hasta que la sublevación militar de 1936 puso al país en situación de guerra civil, paralizando el avance del Sabbat. Unos meses después, los refugios de los dirigentes de las manadas Sabbat eran arrollados por las tropas de la Legión, que acudían a Toledo para levantar el asedio republicano sobre el Alcázar. Sería éste el momento en el que Eduardo reclamó el Principado para sí, con el apoyo de la mayoría de los Primogénitos de la ciudad.

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